Conversations with Professor Y by Louis-Ferdinand Céline..Hacia fines de 1943, los panfletos antisemitas que Céline había publicado le vuelven como boomerangs en forma de amenazas de muerte: cartas, pequeños ataúdes, granadas y navajas habían empezado a formar parte de la correspondencia que le llegaba a su departamento en París. Céline huye con su mujer a Copenhague,
donde es arrestado y sentenciado a pasar dieciocho meses en prisión en el pabellón de los condenados a muerte. Cumplida la pena, con pelagra, eczemas, reumatismos y varios dientes menos, se recluye en una choza al borde del Mar Báltico, y desde allí escribe y prepara su golpe de retorno al centro de la escena literaria francesa.
A comienzos de los años cincuenta, Céline regresa a Francia con el anatema de “desgracia nacional”. Las novelas que lo relanzarían después de siete años de exilio obtienen una pésima recepción crítica y pocas ventas: para la amplia mayoría de la escena cultural francesa, Céline es mala palabra, un personaje execrable sobre el cual debía pesar, como mínimo, la reprobación del silencio. En ese contexto, acechado, escribe las Conversaciones con el profesor Y como estrategia de promoción de sus escritos y defensa de su persona. En diálogo con un personaje imaginario, un típico fantoche celiniano con función de punching ball, Céline explicita cuál fue su contribución decisiva a la literatura francesa: devolver a la escritura la emoción del lenguaje hablado, ventilando el olor a podrido que levanta el cadáver de la lengua. Panfleto cómico y exaltado, megalómano y paranoico, Conversaciones con el profesor Y es el arte poética de Céline, a la vez que un extraordinario contraataque dirigido a un campo literario que lo consideraba acabado, perdido en las brumas de la irrealidad.